¿A DÓNDE VAN LOS NOMBRES?
Aprovechando que el mar,
sin avisar había huido,
escribí tu nombre, amor mío,
allá donde se rinde la playa.
Volví a la mañana siguiente,
cuando el sol besaba al día,
de nuevo al mismo lugar.
Mas tu nombre, junto a otros,
del arenal se había ido.
Pregunté a un pescador
a dónde van los nombres,
que el mar, en su día a día
los borra sin compasión.
No me supo contestar…
mas en sus ojos leí que,
cada noche,
él los toma,
y los guarda para sí.
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