Antes de apagar la luz
la observa de nuevo,
aparentemente feliz,
(con aquel ajustado bañador
que tan bien le sentaba),
insinuante, casi provocativa…
Recuerda de memoria la dedicatoria:
“Tuya para siempre, Cambrils, agosto 2002”.
Lleva años sonriéndole
desde la mesilla…
Y él,
los mismos
llamándola farsante.
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