EN LA
ESTACIÓN
Moribundo ya el verano,
el destino-hasta entonces agazapado-,
se avino a presentarlos.
Recuperando el tiempo perdido,
transitaron, de beso en beso,
por el camino a la estación donde,
rodeado de agitación,
creyó entender que todos los años regresaría.
El tren reclamó su presencia,
y él, besándola por última vez,
juró que allí le esperaría…
Y ahí le tienen,
en el mismo andén,
firme en su esperanza,
otro verano más.
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