Por unanimidad,
los que velaron la noche
decidieron irse a
soñar.
Mientras los balcones,
a través de las
guirnaldas de la última fiesta,
intercambian sus últimas confidencias.
Actores, espectadores,
tramoyistas, regidores,
controladores y especuladores,
componiendo
un nuevo mosaico,
van ocupando sus puestos.
Nadie quiere ausentarse.
El silencio abraza la ciudad,
se oye cantar un gallo,
y una obediente brisa
desliza el negro telón,
comienza la función.
Amanece…
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