Me miraste,
y te miré.
Tus ojos decían
(juraría):
¡Ven!.
Dos direcciones y un andén
nos separaban
(demasiada
distancia para una conjetura).
Apenas unos segundos
y
te raptó el tren.
Mas,
no te lo vas creer,
si te digo que yo,
que apenas recuerdo
a quién besé ayer,
tus ojos,
desde aquel día,
no he dejado de ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario