Sabía que acabaríamos así.
Desde el recién compartido banco,
ví tu figura fundirse entre
la gente que,
buscando su nido,
se desentendía de tus palabras,
cuando decías:
-¡Tú no vas a cambiar y yo tampoco…
mejor lo dejamos!.
Y de repente,
Agosto se nubló,
y un frío de lejano recuerdo,
renació en mi interior.
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