Bajó del bus, allá estaba, mirándole
de frente, con los ojos del dolor que albergaba,
como diciendo…ya tardabas, apestas a miedo,
pasa, pasa.
Le engulló.
Varios pasillos después, semidesnudo
y cubierto de verde,
reposó su terror donde otros lo hicieran antes.
Obedeció mandatos
que entrecortaron su respiración,
confundió babor y estribor…
Y de repente, todo acabó,
recibió la última orden:
-¡puede irse!. En dos semanas
su médico tendrá los resultados.
-¿Por cierto nos dice su nombre completo?
¿Quince días de pánico?...
Huyó antes de darles el nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario