Sabía
que nuestras vidas
en amor se habían enredado.
Sí, fue hace tiempo,
pero no tanto como para que
no me viera en insomnios a ti abrazada.
Volví a buscarte al
Botánico;
última hoja del calendario soñado.
Sorteé las secuelas de aquel primer
domingo de Primavera:
Los besos robados en la entrada principal,
los anhelos contenidos en diferentes bancos del recinto,
numerosos suspiros entre las buganvillas,
amores compartidos entre
las jacarandas y…
por fin, junto a la pérgola,
rodeado de azules nomeolvides,
hallé tu recuerdo,
intacto.
Lo deposité en mi memoria,
esta vez para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario