-¿Me escuchas?,
-le oí decir-,
-tenemos que hablar.
Y, no supe si se refería:
a los silencios rotos por algún suspiro,
a los besos que se mudaron
(para siempre)
a la mejilla,
o al amor que algún día extraviamos.
Aguardé…
Cuando al fin,
me habló de las
vacaciones del verano,
me relajé.
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